peldaños, decía

(El patchwork que acabó siendo novela)
Nunca llamé novela a Una casa en Bleturge, nunca llamé capítulos a los fragmentos (con títulos independientes) que la forman. Les llamaba "peldaños". Avanzar era subir un Everest particular. Escribir uno más sin borrar cuatro.

Hoy me acordé de los ánimos que me dio Tito Expósito (Ed. Baile del Sol), empujándome a que la terminara. Antes tenía que ordenarla. Tanto calorcito de su isla me dio, que la coloqué en plan colcha de patchwork y me puse manos a la obra.

Fue el principio de todo. Los amigos, siempre son el principio de todo. De todo lo bueno, claro.