vidas color nude

Qué bonito texto firma Guillermo Busutil en "La opinión".
Como sigo sin dar con la tecla para subir un PDF, este cut&paste hará las veces. Gracias GB, no me extraña que te den medallas de oro. Y medallas color nude, ¿no hay?

"Vidas detrás de las fachadas, un semáforo que cambia. Podría ser el verso de un poema en el que expresar el eco de lo que sucede en ambas imágenes: personas que existen detrás de la identidad de la que quieren marcharse; y una luz ámbar, roja, verde, que gestiona el movimiento de sus vidas y de sus emociones cruzándose con el lector. Todos caminan a ciegas con la curiosidad encendida en esta novela donde todos los personajes viven más hacia dentro que hacia fuera. Le gusta a Isabel Bono que sus capítulos breves sean destellos poéticos en ternura seca o en dolor interiorizado. Un tiempo corto, en tránsito, entre una vida y otra, de una orilla vacía a una orilla en la que sentirse libre. Así siento Una casa en Bleturge, Premio Café Gijón.  Una familia de historias en un paso de peatones; dos aceras desde donde mirarnos lo unos en los otros intentado comprender por qué nos hacemos daño, por qué la comunicación nos hierepor qué culpamos en los otros lo que nos corresponde.

Desde fuera un semáforo que cambia para ir presentándonos vidas detrás de las fachadas: un matrimonio y su manera de mentirse sin decirse mentiras, -eso se llama rutina o vacío-. Un padre que odia a la hija, incapaz de romper el silencio de la muerte azul de un hermano. Una madre que odia el jazz y las palomas, disfrazada de turista, impostora de sí misma en un hotel cuya habitación allana para liberarse desnuda en un no lugar donde nada pesa, ni de nadie queda nada - sólo un evanescente fantasma que se lleva el aire cuando se abre la ventana-. Una hija con el dolor  y esas palabras color nude que se convierten en naturalezas muertas entre ella y su padre. Otro padre que se va muriendo entre dos hijas. Una familia que se desvanece en colores agrios. Cada uno, todos, explican sus silencios y su derrota a través de los secretos que viven los otros, y lo que nos susurran al oído como si pensasen dentro del espejo de nuestra mente. Que el amor se desgasta y se mancha, que le crecen pelusas y se desordena, y de vez en cuando hay que limpiarlo. Que el deseo se alimenta de curiosidad, que en ocasiones los ángeles tienen el rostro del diablo.

Vidas detrás de las fachadas. Un hombre se despeina cuidadosamente en el ascensor, camino del trabajo; un enfermo sueña con la inmortalidad del alma; una madre cuenta granos de arroz, guarda clavos en los bolsillos y unos pendientes de jade; una hija construye satélites de plastilina y siente el pecado de gastar mucha agua en su cuerpo. Todos se tumban bocarriba. Es como dormirse en el vientre de la realidad, que a veces es una ballena que termina escupiéndonos a otro lugar, cuando un semáforo cambia. Cada uno es una película en versión original con subtítulos, a los que Isabel Bono le baja el volumen para que leamos su silencio y nos sintamos ellos; fachadas en las que reconocernos. Igual que en sus interiores repletos de resentimiento, de olvido, de sopa de ave con fideos, de pasillos en los que cada personaje es una sombra leve, sin alas, cruzándose sin tocarse los afectos, los miedos, los vacíos. A veces coinciden en una cocina en la que sus relaciones son un hilo de agua sucia ahogándose hacia el abismo del fregadero.

Isabel Bono escribe vidas introspectivas con verosimilitud humana, fecha de caducidad y la posibilidad de una huida. Nos las narra de manera doméstica y con ternura de cuento con otro cuento dentro: Blancanieves, Cenicienta, el Príncipe…la felicidad no existe. Sólo se hace una maleta en la noche y elegimos esperar un tren con destino a uno mismo. Atrás dejamos un perdón a medias, una culpabilidad de la que desatarse, el dolor del corazón y de la espalda, una soledad que se acaba. Isabel Bono inventa en esta hermosa novela, fragmentada en poemas narrativos que tiemblan y nos suceden, la esperanza de un paraíso donde no existan fachadas que escondan pájaros muertos. Ni tampoco vidas en las que, vida a dentro, se pudran las flores, igual que los sueños.

No dejen de leerla. Seguro que también su semáforo cambia."

Este texto apareció el pasado sábado 25 de marzo en "El marcapáginas" de la sección Libros de "La opinión de Málaga".

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